sábado, 31 de enero de 2009

Lamentable hecho de censura a la libertad de expresión


Nelson Castro cuenta en la edición dominical del diario Perfil cómo lo sacaron del aire
El periodista explica, por primera vez, por qué los nuevos propietarios de radio Del Plata levantaron su programa.

Las mejores 50 películas (Hummmm...... "El Padrino", absoluta y definitivamente de acuerdo, pero algunas de las siguientes ...)


"El padrino" lidera la votación de la revista Empire, elaborada por 10.000 lectores, 150 profesionales de Hollywood y 50 críticos.


De ELPAIS.com

La encuesta cinematográfica más ambiciosa de todos los tiempos. Con estos términos tan poco modestos ha lanzado la revista Empire su clasificación de las mejores 500 películas de la historia del cine. Según anuncia entusiásticamente la publicación, la han elaborado 10.000 lectores de la revista, 150 profesionales de Hollywood y 50 destacados críticos. La ganadora ha sido El Padrino, de Francis Ford Coppola, seguida por del En busca arca perdida, de Steven Spielberg, y El imperio contraataca, de Irving Kershner, que cierra el podio y da una clara victoria al género fantástico (y al clan George Lucas -Steven Spielberg), que coloca dos títulos en el trío de cabeza. Entre las 100 primeras se ha situado la española El espíritu de la colmena, de Víctor Erice. Los clásicos, desbancados. Sorprendentemente, los títulos que suelen liderar este tipo de clasificaciones han sido desplazados más allá de las diez primeras posiciones. Ciudadano Kane, de Orson Welles, que suele ser un claro ganador en todas las apuestas, ha caído hasta el puesto 28, por detrás de Con faldas y a lo loco, de Billy Wilder. También Casablanca, de Michael Curtiz, ha bajado hasta el número 18, incluso por detrás de El caballero oscuro, de Christopher Nolan, que se sitúa en el 15. Los puestos de cabeza se completan con Tiburón, de Spielberg (cuarto lugar), y Cadena perpetua, de Frank Darabont (quinto). Les siguen Uno de los nuestros, de Martin Scorsese, Apocalypse now, de Francis Ford Coppola, y Cantando bajo la lluvia, de Stanley Donen y Gene Kelly.


miércoles, 28 de enero de 2009

BLOGNOVELA




Blognovela: ¿un nuevo género literario?

Muchas veces la academia no repara en las producciones contemporáneas, ya que analizar y/o criticar géneros en formación implica necesariamente un riesgo y una toma de posición. Si los docentes de literatura podemos hablar largo y tendido acerca de Borges y Arlt y los grupos de Florida y Boedo, ¿no podríamos hablar también acerca de la obra de autores contemporáneos como Hernán Casciari? Tomo este ejemplo porque Casciari es considerado el creador de lo que puede considerarse un nuevo género literario, la blognovela, y ha abierto el debate acerca de la literatura on-line.
Tanteando el terreno
¿Cómo aparece la novela en el blog? Desde ya, la blognovela se caracteriza por la inmediatez entre la escritura y la recepción: se construye por entregas, al igual que muchas novelas que en un primer momento fueron publicadas en periódicos. La literatura por entregas y el folletín son un escaño en el camino de la profesionalización de los escritores en la literatura mundial y en la Argentina .
Podemos pensar que, si hasta el siglo XX los diarios fueron un primer paso para la publicación de las novelas en formato libro, a partir del siglo XXI, las publicaciones en Internet podrían estar cumpliendo esa misma función. Tengamos en cuenta que ambos medios, el periódico y el blog, apuntan a un público masivo que puede acceder al texto más fácil y rápidamente que por medio del libro édito. Además, al dar a conocer la obra en proceso, el autor tiene la posibilidad de tomar una devolución del lector. De esta manera, el texto se vuelve más “participativo.
La publicación por entregas implica un formato especial que antes estaba organizado en “capítulos”, ahora en “posts”. ¿Se trata solamente de un cambio de nomenclatura? Veamos: tanto el lector de los folletines como el de la blognovela pueden llegar a la obra en una entrega cualquiera y, por lo tanto, “agarrar la novela empezada”. Ésta es la razón por la cual en cada entrega se actualiza el punto en el que se encuentra la narración, cuáles son los personajes que están actuando en ese momento, qué pasó en el pasado inmediato, etc. La diferencia entre el folletín y la blognovela radica en la forma de dicha actualización. Mientras que en el folletín encontramos una síntesis de los hechos y descripciones de los personajes, las blognovelas resuelven la entrada de esta información con hipervínculos en los nombres de los personajes. De esta manera, estamos a sólo un clic de aparecer en una ventana emergente con imágenes y textos que explican la inserción del personaje en la trama.
A grandes rasgos, la diferencia fundamental entre ambos géneros es el soporte. La novedad consiste, entonces, en plantear las posibilidades que aporta el formato blog a la narrativa contemporánea.
Un webmundo verosímil
La primera estrategia para crear un mundo verosímil en la blognovela es la emulación de un weblog personal. Si paseamos por el weblog de Mirta Bertotti (protagonista y narradora de la blognovela Más respeto, que soy tu madre , de Hernán Casciari), nos encontramos con el diario íntimo de Mirta, pero dividido en capítulos, con lo cual se rompe la ilusión de estar asistiendo a un blog personal. En El diario de Letizia Ortiz , ya no vemos capítulos sino posts y aparece una novedad: Letizia comenta:“Soy muy lectora. Los libros de historia me apasionan. En Internet, me distiendo con Los Bertotti, que son casi una familia real. Filíp consulta a Juan Dámaso, vidente para saber cuándo nacerá nuestro primogénito”.
De esta manera, Hernán Casciari construye una red de intertextualidades con su propia obra, introduciendo dos de sus blognovelas como material de lectura de Letizia. El caso de El blog de Saúl Klikowsky es más extremo: se trata de un blog personal del protagonista de un programa de TV, que incluye links a los blogs de sus amigos. Este tipo de hipervínculo, entendido como referencias a otras obras y a otros personajes del mismo autor, no es algo que haya inventado Casciari, sino que es una característica de la literatura en cualquier formato. La novedad del blog como soporte para la narrativa consiste en la facilidad para tender una red de personajes verosímiles que existen en la virtualidad de la web. Esta estructura resulta muy favorable para la temática que tratan las blognovelas: la vida privada de gente “común”. Vale aclarar, entonces, que la verosimilitud se encuentra estrechamente relacionada con el concepto de reality show y, en este sentido, la blognovela toma muchas característcias de los programas de TV.
La gran ventaja del tendido de redes de los blogs es la relación inmediata con el público: los lectores pueden mandar mails a los personajes de las novelas. Si pensamos en la obra de Casciari, la publicación por Internet no invalidó la opción del libro, sino que le ofreció un soporte nuevo, aprovechable tanto desde el punto de vista lingüístico, a la hora de “hipervincular” los discursos, como económico, al masificar la circulación del texto. La blognovela profundiza la escritura “en red” en dos niveles: vinculando personajes en la trama de la novela y relacionando al autor directamente (o disfrazado de algún personaje) con el lector.
El autor-personajeHernán Casciari también tiene su propia página, Orsai , donde se presenta en tercera persona como “el autor”. En la página conviven un currículum de escritor reconocido por el público y las editoriales (sus blognovelas salieron publicadas por Sudamericana y Plaza & Janés), que además ha recibido varios premios, como el 1º Premio de Novela en la Bienal de Arte de Buenos Aires (1991), con la novela Subir de espaldas la vida, y el premio Juan Rulfo (París, 1998), con el relato 'Ropa sucia'. Dicho currículum convive con diversas secciones de la página como “Textos breves” o “Pequeños artículos (que nunca exceden las 300 palabras) en el que el autor discurre sobre cosas que no le importan a nadie. La sección puede llamarse también sendas boludeces", o como “Historias”, que son “Anécdotas, cuentos y relatos que tienen poco que ver con la verdad, pero que se disfrazan con ella para despistar. También tiene poco de literatura. Y poco de gramática. De lo demás, bastante”. ¿Todo esto también es un invento de Casciari? La respuesta es “no” si consideramos que Orsai es la construcción de la poética del escritor, el texto donde el autor transmite su idea de literatura.
Borges escribió su autobiografía en inglés, construyendo una genealogía familiar y de filiación con otros escritores, y Arlt “escribía mal” y su corrector se veía obligado a marcarle sus agramaticalidades. Ambos construyeron una figura de escritor que circuló entre sus libros, en diarios y revistas. Hoy, la circulación pasa por otro lado. Casciari construye su figura en el contexto blogger y, sin embargo, la presentación en sociedad sigue siendo por medio de “el autor”. Borges tenía su dirección en Florida. Arlt fue radicado por la mayor parte de la crítica en Boedo. Sin embargo, Florida y Boedo no dejan de ser dos calles de Buenos Aires. Por su parte, Cascari encuentra su lugar de conformación como autor en un espacio virtual. Tal vez el caso de Rodolfo Fogwill resulta más cercano al de Casciari, ya que ambos resaltan la importancia del marketing para la construcción del autor-personaje. Sería interesante revisar, entonces, por qué la conformación de la identidad, si antes pasaba por una construcción literaria, centrada en la palabra y en la búsqueda de una poética propia, ahora se centra en la exibición de una imagen, también ficticia, que se conecta íntimamente con la cultura de los medios masivos de comunicación.
Lectoescritura: del blog al aula ¿Por qué puede resultar interesante abrir este debate en el aula? Cuando tratamos temas como los movimientos literarios, ¿no estamos hablando de redes, de escritores que se reunieron con una idea de literatura similar, con objetivos y proyectos comunes? ¿No hablamos de la circulación y la recepción de los textos, de revistas literarias, de cafés, tertulias, editoriales, medios? Hoy en día, los escritores se siguen reuniendo, pero para hablar de hoy debemos incluir un nuevo espacio que también tiende redes: la web. ¿Y qué pasa con el público adolescente y la web, dentro y fuera del aula? La profusión de blogs y flogs demuestran una gran necesidad de expresarse y tender redes. ¿Se pueden incorporar estas prácticas al aula? Los blogs no dejan de ser discursos y, como tales, pueden ser analizados en el aula desde una perspectiva lingüística. Leer y analizar una blognovela puede llevarnos a plantear cuestiones como: ¿pero esto es o no es literatura? ¿Está narrando o no? ¿Qué pasa con la inclusión de la imagen y el diseño? ¿Todo lo que el autor sube a Internet forma parte de su obra o no? ¿Las publicaciones en Internet tienen el mismo valor que el formato libro? ¿Cuál es el límite de la ficción y de la virtualidad?
Muchas de estas preguntas pueden ser planteadas también para analizar las obras de los escritores canónicos. Leer un texto de Casciari nos puede llevar a pensar cuestiones en Borges y en Arlt, ¿por qué no? El riesgo está en abrir el debate sobre un tema poco tratado, frente a un público adolescente que ya sabe mucho sobre ese tema y, por esa razón, tiene mucho que aportar. En la “era posmoderna”, las prácticas de lectura y escritura no son las mismas que antes. Es hora de investigarlas. Si creemos que la lectura y la escritura son fragmentarias, efímeras y pasatistas, perdemos la literatura. La ganancia está en tomar lo nuevo y transformarlo en una puerta para pensar, poner en cuestión y abrir el debate, en generar propuestas para seguir defendiendo la literatura.

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El siglo de Lévi-Strauss.


Claude Lévi-Strauss, padre del estructuralismo, cumplió 100 años el pasado 28 de noviembre. La ocasión es propicia para hacer un pequeño repaso de su obra y su legado teórico y metodológico, que marcó el devenir de las ciencias sociales en la segunda mitad del siglo XX.
Con su lucidez intacta, el célebre antropólogo francés –aunque nacido por azar en Bruselas en 1908– recibió los homenajes que le dedicaron en su centésimo cumpleaños. Un somero recorrido por internet nos da una idea de la profusa atención que la prensa mundial dedicó al evento. ¿Por qué? No es común que la prensa comercial dedique tanto espacio a una figura estrictamente académica, y nada más lejos del perfil profesional cultivado por Lévi-Strauss que la leyenda romántica del antropólogo aventurero al estilo Indiana Jones.
Recorrer someramente su vida y su obra nos puede ayudar a entender la causa de semejante despliegue. Muchos de los textos recientemente publicados comienzan con una de las frases más llamativas del pensador: “Odio los viajes y los exploradores”. Esa antipatía estaba vinculada a la necesidad de diferenciarse de la moda –reinante por entonces en Francia– de las conferencias de viajeros: “¿Qué oímos en esas conferencias de viajeros exploradores y qué leemos en esos libros? La lista de las cajas que se llevaban, las fechorías del perrito de a bordo y, mezcladas con las anécdotas, migajas insípidas de información que deambulan por todos los manuales desde hace un siglo”. Con los fragmentos citados empieza su libro Tristes trópicos que, paradójicamente, es el exquisito relato de sus travesías por el Amazonas, hechas quince años antes. La fluidez de su prosa hace de este texto un material particularmente apto para trabajar con adolescentes, que encontrarán allí una oportunidad para iniciar el contacto con uno de los pensadores más influyentes del siglo XX.
Asimismo, ese texto marca un hito porque se distancia de la tradición eurocéntrica y biologicista, que había estado vinculada a las ideas predominantes en la Europa del siglo XIX y había dado sustento teórico a la expansión colonialista. Tradicionalmente, la antropología revistaba en el campo de las ciencias naturales, y las características culturales y sociales de los pueblos llamados “primitivos” se consideraban derivadas de características raciales, fisiológicas o climáticas. La obra de Lévi-Strauss ha sido uno de los puntales del pasaje hacia una mirada capaz de valorar el multiculturalismo y el mestizaje cultural, como destacaron los organizadores del homenaje que le dedicó la Unesco.

De profesor a etnógrafo.


En una entrevista, el célebre antropólogo relató de qué manera se dio su pasaje de la docencia a la etnografía: "Nació de un telefonazo. Marcel Mauss y su equipo reclutaban entre los licenciados en filosofía gente que quisiera trabajar en el recién creado departamento de etnografía, una ciencia que acababa de adquirir rango universitario y que hasta entonces había dependido de misioneros y administradores coloniales. Yo (…) tenía ganas de descubrir el mundo. Y de ahí que aceptase un puesto en la Universidad de São Paulo y comenzase mis viajes de etnólogo".
Lévi-Strauss vivió en Brasil entre 1935 y 1939, y esa estadía marcaría para siempre su trayectoria intelectual. Sus trabajos sobre los mitos y las estructuras del parentesco consolidaron un método y una perspectiva que, lejos de todo pintoresquismo, trata de describir las invariantes, es decir, los modelos de relaciones y formas de intercambios que se mantienen idénticas a través de la serie de modificaciones más superficiales. Un mismo mito, por ejemplo, admite múltiples versiones, conservando sin embargo una misma estructura. Esta forma de trabajar, desde los comienzos entraba en un diálogo sumamente productivo con otras disciplinas, fundamentalmente con la lingüística saussureana y los desarrollos de Vladimir Propp y Roman Jakobson. En particular, Lévi-Strauss ha destacado la decisiva influencia que tuvo su encuentro con este último, ocurrido en Nueva York durante la Segunda Guerra Mundial, donde ambos estaban exiliados: “El encuentro con Roman Jakobson fue definitivo. Me reveló que era estructuralista sin saberlo”.

La ola estructuralista.


En los años 60, el enfoque estructural marcó un cambio profundo en el conjunto de las ciencias sociales, de la mano de una generación de excepcionales pensadores que, desde Francia, irradiaron a todo el mundo nuevas perspectivas en un amplio conjunto de disciplinas: desde la reformulación del psicoanálisis freudiano que impulsó Jacques Lacan hasta la filosofía de Louis Althusser, pasando por los trabajos de Roland Barthes en el terreno literario y de Émile Benveniste en la lingüística. Todos ellos abrevaron, de manera más o menos directa, en los trabajos de Lévi-Strauss y, en conjunto, dieron origen a uno de los movimientos teóricos más importantes del siglo XX.
Si bien los años de la efervescencia estructuralista han quedado lejos, el legado de rigor metodológico y teórico y el espíritu de renovación que esta escuela aportó al campo de las humanidades sigue fructificando entre sus discípulos. Aun desde las críticas y reformulaciones a las que se lo ha sometido, el estructuralismo sigue siendo una referencia ineludible en los debates centrales de las ciencias humanas.

Antropología y tolerancia.


Finalmente, resulta oportuno recordar un texto que simboliza el aporte de Lévi-Strauss a la convivencia intercultural y la lucha contra la discriminación, que sufrió en carne propia durante la ocupación alemana en Francia. Se trata de “Raza y cultura”, conferencia que dictó en la Unesco en 1971, en el marco del programa de lucha contra el racismo impulsado por esa institución. Allí el etnólogo advertía: “No hay nada que indique que los prejuicios raciales estén disminuyendo. En cambio, sí hay indicios de que, tras breves períodos de calma en algunas partes, vuelven a resurgir en otras con intensidad redoblada. De ahí que la Unesco haya creído necesario entablar periódicamente una lucha cuyo resultado es, por lo menos, incierto”.
En tiempos en que educar para la tolerancia y la convivencia pacífica resulta un desafío capital para los docentes, este legado constituye un punto de referencia digno de ser explorado y debatido junto con los alumnos y un aporte valioso en el esfuerzo de comprender las diferencias sociales y culturales.
Para quienes deseen profundizar el tema, ofrecemos un panorama de sitios de internet en los que se puede encontrar información acerca de la obra de este maestro contemporáneo, un panorama de los homenajes y algunas entrevistas y notas periodísticas en torno a su figura.

"Lévi-Strauss cumple 100 años", nota de BBC Mundo.
Página del museo Quay Branly que alberga fotografías y piezas de valor etnográfico provenientes de las expediciones de Lévi-Strauss y fue el centro de los homenajes que se le hicieron el 28 de noviembre pasado en París.
Especial preparado por el canal Encuentro
Nota publicada en la revista Ñ digital como homenaje al centenario de Lévi-Strauss
Nota publicada en El País, de España
Entrevista con Marc Augé acerca de la obra y la influencia de Claude Lévi-Strauss
Entrevista de Auxilio Alcantar con el antropólogo francés Philipppe Descola, a propósito del centenario de Claude Lévi-Strauss
La conferencia “Raza y cultura” se puede escuchar en francés en la edición virtual de El Correo de la Unesco, que dedicó un número especial al centenario de Lévi-Strauss.
Autor: María Elena Qués
26-01-2009

NOTICIAS


El portugués será materia obligatoria en la secundaria.

La Cámara de Senadores de la Nación aprobó, y convirtió en ley, un proyecto por el cual se establece que todas las escuelas secundarias del sistema educativo nacional incluirán en forma obligatoria una propuesta curricular para la enseñanza del idioma portugués.
La norma remarca que "todas las escuelas secundarias del sistema educativo nacional, en sus distintas modalidades, incluirán en forma obligatoria una propuesta curricular para la enseñanza del idioma portugués como lengua extranjera". Y en el caso de las escuelas de las provincias fronterizas con la República Federativa del Brasil, corresponderá su inclusión desde el nivel primario.
Según el artículo 2º de la ley, el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, será el encargado de elaborar los lineamientos curriculares correspondientes a esta propuesta.
Asimismo, los estudiantes que hayan completado la propuesta curricular, podrán participar en evaluaciones presenciales, para acceder a certificaciones que acrediten niveles y competencias en el uso del idioma portugués.
El cursado de la propuesta curricular para la enseñanza del idioma portugués será de carácter optativo para los estudiantes, que deberán elegir entre ese idioma y el inglés.
La presidenta de la Comisión de Educación y Cultura, e impulsora de la iniciativa, la senadora Blanca Osuna, explicó que "la Ley Nacional de Educación establece que debe haber una oferta de, por lo menos, un idioma extranjero. Esta ley supone un incentivo al aprendizaje del portugués y constituye un paso importante en el proceso de integración con los países del Mercosur, especialmente con Brasil, donde existe una ley muy parecida a esta".
Fuente: educ.ar

sábado, 17 de enero de 2009

Polémica ortográfica


EL DISCURSO PRONUNCIADO POR EL CÉLEBRE ESCRITOR COLOMBIANO EN EL CONGRESO DE LA LENGUA DE ZACATECAS (MÉXICO) DESATÓ UNA POLÉMICA EN TORNO A LA ORTOGRAFÍA, HOY MÁS VIGENTE QUE NUNCA.



Botella al mar para el dios de las palabras
Gabriel García Márquez Extraído de La Jornada, México, 8 de abril de 1997

A mis doce años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: Cuidado! El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: Ya vio lo que es el poder de la palabra? Ese día lo supe. Ahora sabemos, ademas, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor, que tenían un dios especial para las palabras.Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor.No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber como se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global.
La lengua española tiene que prepararse para un ciclo grande en ese porvenir sin fronteras. Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de diecinueve millones de kilómetros cuadrados y cuatrocientos millones de hablantes al terminar este siglo. Con razón un maestro de letras hispánicas en los Estados Unidos ha dicho que sus horas de clase se le van en servir de intérprete entre latinoamericanos de distintos países. Llama la atención que el verbo pasar tenga cincuenta y cuatro significados, mientras en la república del Ecuador tienen ciento cinco nombres para el órgano sexual masculino, y en cambio la palabra condoliente, que se explica por sí sola, y que tanta falta nos hace, aun no se ha inventado. A un joven periodista francés lo deslumbran los hallazgos poéticos que encuentra a cada paso en nuestra vida doméstica. Que un niño desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero, dijo: ``Parece un faro''. Que una vivandera de la Guajira colombiana rechazo un cocimiento de toronjil porque le supo a Viernes Santo. Que Don Sebastián de Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejo escrito de su puño y letra que el amarillo es el color de los enamorados. ¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cereza que sabe a beso?
Son pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempos no cabe en su pellejo. Pero nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros normativos para que entre en el siglo veintiuno como Pedro por su casa.
En ese sentido, me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los ques endémicos, el dequeísmo parasitario, y devolvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revolver con revólver. Y que de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?
Son preguntas al azar, por supuesto, como botellas arrojadas a la mar con la esperanza de que les lleguen al dios de las palabras. A no ser que por estas osadías y desatinos, tanto él como todos nosotros terminemos por lamentar, con razón y derecho, que no me hubiera atropellado a tiempo aquella bicicleta providencial de mis doce años.


LOS SIGUIENTES SON ALGUNOS DE LOS ARTÍCULOS QUE, A PRÓPOSITO DEL DISCURSO DE GARCÍA MÁRQUEZ, SE PROPAGARON COMO REGUERO DE PÓLVORA , NO SÓLO EN LOS ÁMBITOS ACADÉMICOS.


Jubilación de la ortografía
Mempo Giardinelli
Página/12, viernes 11 de abril de 1997


Desde hace años se sabe que Gabriel García Márquez es un mago capaz de colocar en el cielo de la literatura maravillosos fuegos artificiales. Pero somos muchos los escritores que crecimos con él, y gracias a él, que pensamos también que los fuegos artificiales son sólo eso: artificios. Y por lo tanto brillo efímero, golpe de efecto, momento deslumbrante.
La médula es otra cosa. Y en el caso de estas ideas que la prensa ha difundido (no he tenido la oportunidad de leer el discurso completo del Maestro) me parece que hay mucho de disparate en esa propuesta de «jubilar la ortografía».
Además de ser una propuesta efectista (y quiero suponer que poco pensada), es la clase de idea que seguramente aplaudirán los que hablan mal y escriben peor (es decir, incorrecta e impropiamente). No dudo que tal jubilación (en rigor, anulación) sólo puede ser festejada por los ignorantes de toda regla ortográfica. Digámoslo claramente: suena tan absurdo como jubilar a la matemática porque ahora todo el mundo suma o multiplica con calculadoras de cuatro dólares.
En mi opinión, la cuestión no pasa por determinar cuál regla anulamos, ni por igualar la ge y la jota, ni por abolir las haches, ni por aniquilar los acentos. No, la cuestión central está en la colonización cultural que subyace en este tipo de ideas tan luminosas como efectistas, dicho sea con todo respeto hacia el Nobel colombiano.
Y digo colonización porque es evidente que estas cuestiones se plantean a la luz de los cambios indetenibles que ocasiona la infatigable invasión de la lengua imperial, que es hoy el inglés, y el creciente desconocimiento de reglas ortográficas y hasta sintácticas que impera en las comunicaciones actuales, particularmente Internet y el llamado Cyberespacio.
Frente a esa constatación de lo virtual que ya es tan real, ¿es justo que bajemos los brazos y nos entreguemos sin luchar? ¿Es justo que porque el inglés es la lengua universal y es tan libre (como anárquica), el castellano deba seguir ese mismo camino? ¿Por el hecho de que el cyberespacio está lleno de ignorantes, vamos a proponer la ignorancia como nueva regla para todos? ¿Por el hecho de que tantos millones hablen mal y escriban peor, vamos a democratizar hacia abajo, es decir hacia la ignorancia?
Si las difundidas declaraciones de García Márquez son ciertas, a mí me parece que hay un contrasentido en su propuesta de preparar nuestra lengua para un «porvenir grande y sin fronteras». Porque el porvenir de una lengua (como el porvenir de nada) no depende de la eliminación de las reglas sino de su cumplimiento.
Por eso, a los neologismos técnicos no hay que «asimilarlos pronto y bien... antes de que se nos infiltren sin digerir», como él dice. Lo que hay que hacer es digerirlos cuanto antes, y para digerirlos bien hay que adaptarlos a nuestra lengua. Como se hizo siempre y así, por caso, «chequear» se nos convirtió en verbo y «kafkiano» en adjetivo. Y en cuanto al «dequeísmo parasitario» y demás barbarismos, no hay que negociar su buen corazón, como aparentemente propone García Márquez. Lo que hay que hacer es mejorar el nivel de nuestros docentes para que sigan enseñando que esos parásitos de la lengua son malos.
Eso por un lado.
Y por el otro está la cuestión de para qué sirven las reglas, y el porqué de la necesidad de conocerlas y respetarlas. No voy a defender las haches por capricho ni por un espíritu reglamentarista que no tengo, pero para mí seguirá habiendo diferencias sustanciales entre «lo hecho» y «lo echo»; y sobre todo entre «hojear» y «ojear» un libro.
Tampoco me parece que sea un «fierro normativo» la diferencia entre la be de burro y la ve de vaca. Ni mucho menos me parece poco razonable la legislación sobre acentos agudos y graves, ni sobre las esdrújulas, ni sobre las diferencias entre ene-ve y eme-be, y así siguiendo, como diría David Viñas.
Las reglas siempre están para algo. Tienen un sentido y ese sentido suele ser histórico, filosófico, cultural. La falta de reglas y el desconocimiento de ellas es el caos, la disgregación cultural. Y eso puede ser gravísimo para nosotros, sobre todo en estos tiempos en que la sabiduría imperial se ha vuelto tan sutil y astuta. Las propuestas ligeras y efectistas de eliminación de reglas son, por lo menos, peligrosas.
Precisamente porque vivimos en sociedades donde las pocas reglas que había se dejaron de cumplir o se cumplen cada vez menos, y hoy se aplauden estúpidamente las transgresiones. Es así como se facilitan las impunidades.
Y así nos va, al, menos en la Argentina.
En todo caso, eliminemos la absurda policía del lenguaje en que se ha convertido la Real Academia. Democraticémosla y forcémosla a que admita las características intertextuales del mundo moderno, hagamos que celebre las oralidades, que festeje las incorporaciones como riquezas adquiridas. Esa sería una tarea revolucionaria. Pero manteniendo las reglas y, sobre todo, haciéndolas cumplir.



Éxito y fracaso de la ortografía
Luis Carlos Díaz Salgado

Diario de Andalucía. Sevilla, 12 de febrero de 2000


Tengo un amigo que dice que la culpa de la mala ortografía de la gente la tiene la Real Academia. Sostiene mi amigo que nuestras reglas de escritura son buenas, pero mejorables, y argumenta que la última y exitosa Ortografía de la Academia no resuelve ni uno solo de los problemas que padecemos los hispanohablantes a causa de las letras. «Además,» comenta, «la nueva Ortografía es la vieja ortografía. La misma Academia lo reconoce en el prólogo del texto donde señala que apenas hay ‘novedad de doctrina’. Pues bien, si apenas hay nada nuevo, ¿para qué publica entonces esta obra?»
Y lleva razón mi amigo, porque la última simplificación ortográfica de importancia se produjo en 1752. En aquella fecha se decidió que la grafía f fuese la única encargada de representar el sonido efe. Desde entonces philosophía se escribe filosofía. Y desde entonces no ha habido ninguna otra simplificación relevante. Como bien recuerda la Academia, en 1844 se paralizaron las reformas, y la Real decidió tomarse un tiempo para reflexionar y realizar consultas entre las personas doctas. Pero desde entonces ya ha pasado mucho siglo y medio. Mucho tiempo para hacer tan sólo algunas modificaciones en las reglas de acentuación. Sobre todo porque se puede pensar que la Academia —al publicar como nueva una obra en la que apenas hay novedades— considera que la ortografía española ha alcanzado ya su máximo grado de perfección. Y esto sería como admitir la derrota, porque, no nos engañemos, nuestra ortografía es buena, pero aún puede serlo mucho más.
Ajeno a las polémicas, el nuevo texto académico es ya un éxito de ventas. En España es el libro de no ficción más vendido de las últimas semanas; en Colombia creo que ocurre otro tanto, y desde México se ha producido tal aluvión de peticiones que la misma Academia se ha visto desbordada para atenderlas. Y no es raro este súbito interés de la gente. Si en algo estamos todos de acuerdo es en la importancia sociocultural de la ortografía. La escritura es el traje que viste nuestro discurso, y una falta es como un siete en ese traje, un siete que deja al descubierto las partes pudendas de nuestra anatomía lingüística. Vean si no el caso de la h, una letra muda —dicen—, salvo cuando se nos olvida. Entonces bien alto que grita lo burros que somos. Saber escribir correctamente es, y mejor no olvidarlo nunca, condición sine qua non para ser considerados personas cultas. Pero este tipo de consideraciones socioculturales no debe hacernos olvidar que en realidad una ortografía no es sino una herramienta, y que cuanto más fácil sea su manejo mejor para todos.
En español casi todas las faltas de ortografía vienen motivadas porque, en ocasiones, un mismo sonido es representado por dos letras diferentes. Tenemos, por ejemplo, que hay gerencias e injerencias, a pesar de que ambas suenan igual. Pasa lo mismo con las bes y las uves, que tantos problemas causan a todos aquellos que aprenden nuestro idioma. Y con la q y la k y la c, ¿quiosco, kiosco, kiosko...? Por no hablar de las haches: ¿quién no ha dudado alguna vez sobre la de desahucio? ¿Y qué me dicen de exuberante, la lleva o no la lleva? ¿Y exhausto? Escribir una letra que no representa sonido alguno es un verdadero lujo que nos causa muchos quebraderos de cabeza.
Y todo se produce porque la Academia, encargada desde 1847 de establecer las reglas ortográficas, utiliza tres criterios a la hora de elaborar sus normas: la pronunciación, el origen de las palabras, y el uso establecido. De todos ellos, la pronunciación es el único necesario. Establece como ideal el principio de: «Un sonido, una letra. Siempre el mismo sonido, siempre la misma letra.» El español es una lengua que se acerca mucho a este ideal. Si en inglés, francés o alemán utilizáramos únicamente el criterio de la pronunciación a la hora de escribir, nos encontraríamos con unas ortografías peligrosamente diferentes a las actuales. Nuestro idioma es, ortográficamente hablando, más perfecto que el de estas otras lenguas. Pero no lo es totalmente.
Primero a causa de la etimología, mala consejera en asuntos ortográficos. Si escribimos humildad con h es porque la palabra procede del latín humilitas. Pero nunca nos paramos a pensar si en latín esa h se pronunciaba o no, como sucede en español. Y lo cierto es que nosotros hablamos español, y no latín. En segundo lugar, cometemos errores porque permitimos usos que, aunque admitidos por la costumbre, no responden a reglas fijas. Por eso escribimos, por ejemplo, hueso, con h, aun cuando en latín se escribía ossum, palabra de la que derivan las actuales óseo, osario, osamenta, etc. No hay duda, en cuanto abandonamos el ideal de «un sonido una letra» empiezan los líos. Y entonces olvidamos lo más elemental, que una ortografía tiene que ser lo más simple posible, y que sus reglas deben admitir el menor número de excepciones. Dejamos de considerar a la ortografía un instrumento y la convertimos en un test continuo de cultura general. Piensen, si no, si es necesario saber etimología para escribir las palabras que decimos, o si les parece sensato mantener usos basados en el error, por más tradicionales que sean.
Somos fetichistas conversos. Y creemos que las haches, las ges y las bes no son sólo letras, sino parte del «acervo cultural común». Esto es cierto, pero el patrimonio no sólo hay que conservarlo. Si podemos, también hay que mejorarlo. Cervantes no se levantará de su tumba si decidimos escribir «injenioso» en vez de ingenioso, o «idalgo» en vez de hidalgo. Y seguramente las generaciones posteriores nos lo agradecerían. Conviene que pensemos en este tipo de cosas porque, la encargada de hacerlo —la Academia— parece estar más interesada en vender libros con la filosofía ortográfica del siglo XIX que en poner las bases de la ortografía del siglo XXI. Mi amigo lo sentencia de manera muy certera: «La Academia ha convertido el fracaso de la ortografía española en el éxito editorial del año».




De camisas de fuerza y cinturones de castidad


Tiene la sensación (¿real?) de que muchos de sus críticos no han leído el discurso que leyó en Zacatecas (México), y que contestan a lo que dicen que dijo. Esta reacción confirma el poder de la palabra, a la que hizo mención: «Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor».
El Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez intervino en la apertura del Primer Congreso Internacional de la Lengua Española y sus ideas crearon una formidable polémica que ha traspasado el mundo de los expertos y de los gramáticos y se ha ampliado a los que leen o escriben. EL PAÍS le pidió que escribiera un artículo explicándose, matizando o reafirmándose, pero García Márquez no desea participar en debates. Sin embargo, antes de partir hacia La Habana aceptó mantener una conversación sobre el asunto con el director de la Escuela de Periodismo Universidad Autónoma de Madrid/ EL PAÍS, Joaquín Estefanía , de la que él es profesor.
Joaquín Estefanía


El escritor Gabriel García Márquez considera «natural» la reacción de los gramáticos, lingüistas y académicos a su discurso de Zacatecas ( Botella al mar para el dios de las palabras , EL PAÍS del pasado martes 8 de abril): «Sería absurdo que los que guardan la virginidad de la lengua estuvieran contra sí mismos. Pero la mayoría parece haber hablado sin conocer el texto completo de mi discurso, sino sólo fragmentos más o menos desfigurados en despachos de agencias. En todo caso es increíble que a la hora de la verdad hasta los más liberales sean tan conservadores».
Estos días hemos oído en muchas ocasiones que el escritor colombiano había pedido suprimir la gramática. Su discurso no lo dice.
«Dije que la gramática debería simplificarse, y este verbo, según el Diccionario de la Academia, significa 'hacer más sencilla, más fácil o menos complicada una cosa'. Pasando por alto el hecho de que esa definición dice tres veces lo mismo, es muy distinto lo que dije que lo que dicen que dije. También dije que humanicemos las leyes de la gramática. Y humanizar, según el mismo diccionario, tiene dos acepciones. La primera: 'hacer a alguien o algo humano, familiar o afable'. La segunda, en pronominal: 'Ablandarse, desenojarse, hacerse benigno'. «¿Dónde está el pecado?», se pregunta.
El siguiente punto de contestación a las palabras de García Márquez es el ortográfico. Parte del supuesto de que si a él le hiciesen un examen de gramática, le reprobarían «en toda línea».
«Además, mi ortografía me la corrigen los correctores de pruebas. Si fuera un hombre de mala fe diría que ésta es una demostración más de que la gramática no sirve para nada. Sin embargo la justicia es otra: si cometo pocos errores gramaticales es porque he aprendido a escribir leyendo al derecho y al revés a los autores que inventaron la literatura española y a los que siguen inventándola porque aprendieron con aquellos. No hay otra manera de aprender a escribir».
En toda la conversación, el Nobel de Literatura reivindica su papel de escritor y como tal, piensa «más en el sufrimiento de la gente que en la pureza del lenguaje».
«Por eso dije y repito que debería jubilarse la ortografía. Me refiero, por supuesto, a la ortografía vigente, como una consecuencia inmediata de la humanización general de la gramática. No dije que se elimine la letra hache, sino las haches rupestres. Es decir, las que nos vienen de la edad de piedra. No muchas otras, que todavía tienen algún sentido, o alguna función importante, como en la conformación del sonido che, que por fortuna desapareció como letra independiente».
Quizá el mayor escándalo se ha formado con sus propuestas respecto a las bes y las uves, y con los acentos.
Sobre las primeras, dice: «No faltan los cursis de salón o de radio y televisión que pronuncian la be y la ve como labiales o labidentales, al igual que en las otras letras romances. Pero nunca dije que se eliminara una de las dos, sino que señalé el caso con la esperanza de que se busque algún remedio para otro de los más grandes tormentos de la escuela. Tampoco dije que se eliminara la ge o la jota. Juan Ramón Jiménez reemplazó la ge por la jota, cuando sonaba como tal, y no sirvió de nada. Lo que sugerí es más difícil de hacer pero más necesario: que se firme un tratado de límites entre las dos para que se sepa dónde va cada una».
En cuanto los acentos, irónico, explica.
«Creo que lo más conservador que he dicho en mi vida fue lo que dije sobre ellos: pongamos más uso de razón en los acentos escritos . Como están hoy, con perdón de los señores puristas, no tienen ninguna lógica. Y lo único que se está logrando con estas leyes marciales es que los estudiantes odien el idioma».
García Márquez opina que los gramáticos y los escritores son oficios distintos. Su diferente dialéctica es la que ha generado el debate.
«La raíz de esta falsa polémica es que somos los escritores, y no los gramáticos y lingüistas, quienes tenemos el oficio feliz de enfrentarnos y embarrarnos con el lenguaje todos los días de nuestras vidas. Somos los que sufrimos con sus camisas de fuerza y cinturones de castidad. A veces nos asfixiamos, y nos salimos por la tangente con algo que parece arbitrario, o apelamos a la sabiduría callejera».
«Por ejemplo: he dicho en mi discurso que la palabra condoliente no existe. Existen el verbo condoler y el sustantivo doliente , que es el que recibe las condolencias . Pero los que las dan no tienen nombre. Yo lo resolví para mí en El General en su laberinto con una palabra sin inventar: condolientes . Se me ha reprochado también que en tres libros he usado la palabra átimo, que es italiana derivada del latín, pero que no pasó al castellano. Además, en mis últimos seis libros no he usado un sólo adverbio de modo terminado en mente, porque me parecen feos, largos y fáciles, y casi siempre que se eluden se encuentran formas bellas y originales».
El escritor, que está de excelente humor, concluye la conversación de un modo muy expresivo.
«El deber de los escritores no es conservar el lenguaje sino abrirle camino en la historia. Los gramáticos revientan de ira con nuestros desatinos pero los del siglo siguiente los recogen como genialidades de la lengua. De modo que tranquilos todos: no hay pleito. Nos vemos en el tercer milenio».
Y reitera sus palabras de Zacatecas: «Simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros».


FUENTES:





martes, 6 de enero de 2009

Frida Kahlo


Sitio oficial:
¡IMPERDIBLE!!!!!

Materiales para la enseñanza


Un link interesante:
"Una didáctica disparatada"
http://www.educared.org.ar/enfoco/ppce/temas/26_la_didactica_disparatada/

"Las guías de lectura":
http://www.educared.org.ar/enfoco/ppce/temas/42_materiales_para_la_ensenanza/

Diferentes lenguajes para un mismo nombre...







(Ma. Paula Olaizola)

Si hay algo que nos caracteriza como “humanos” es esa capacidad para la comunicación a la que llamamos lenguaje. Muchos teóricos han tratado de definirlo a lo largo de los años, poniendo el acento tanto en su función social como comunicativa, permitiendo –a través de sus análisis y teorías- que el propio hombre comprendiera la magnitud de sus posibilidades, vislumbrando en sus múltiples manifestaciones posibles universos de sentido.
Cuando hablamos de lenguaje aludimos inmediatamente a esa “…institución con que los humanos se comunican e interactúan entre sí por medio de símbolos arbitrarios orales y auditivos de uso habitual” (Hall, 1968. Essay on Language), sin embargo, dentro de este concepto e intentando una perspectiva artística, lo vemos transfigurado en una maravillosa diversidad de signos, colores y símbolos que fluyen desde las diferentes manifestaciones del arte, a veces envueltos en melodías estridentes, otras convertidos en imágenes de bronce, erigiendo mundos de palabras, formas y ecos; lenguajes sugestivos, provocadores, voces de la historia que en un juego dialéctico con el propio individuo, van configurando el camino del arte a lo largo de los siglos.
En este devenir histórico el sujeto va desarrollando diferentes lenguajes que le permiten manifestarse más allá de la finalidad que se plantea, social por momentos, puramente estética en otros casos. Libremente o subyugado por el poder de turno, con las herramientas que el propio contexto le proporciona, el hombre siempre se expresa, y de maneras diversas. Una de ellas es el lenguaje literario, otra, el cinematográfico, manifestaciones que en reiteradas ocasiones dialogan influyéndose y conjugándose en obras de arte concretas. Ejemplo claro de ello es “El nombre de la rosa”, tanto la obra literaria de Umberto Eco como la lectura que de ella hace Annaud con su simbólico lenguaje cinematográfico y la idea subyacente que atraviesa a ambas: el valor del conocimiento y el temor a la “verdad” de aquellos que durante siglos cimentaron su poder en supuestos incuestionables que sirvieron de fundamento a las atrocidades más perversas perpetradas por un dios injusto y castigador.
Dos obras de arte que se miran mutuamente y dialogan en la mente de quien las recibe, permitiendo la construcción de un universo medieval cargado de símbolos y alegorías, de imágenes y de palabras que han dejado profundas huellas en nuestra concepción occidental del mundo. Dos obras que son miles de obras, una novela “…hecha de fragmentos, períodos incompletos, muñones de libros” (Eco, U. “El nombre de la rosa”. Alfaguara. Grupo Santillana. Bs. As., 2006, Pág.574) en la que el propio narrador, al finalizar su relato, advierte al lector: “…leerás (…) un inmenso acróstico que no dice ni repite otra cosa que lo que aquellos fragmentos me han sugerido” (Eco, U. “El nombre de la rosa” Pág. 574). Y luego, una producción cinematográfica que, al leer la obra de Eco, lee sus infinitas lecturas anteriores y lee también otras obras no necesariamente literarias que se recrean en la película, tal como vemos en escenas como la de la habitación de Guillermo y todas aquellas que, por sus juegos de luces y de sombras, parecen sacadas de una muestra pictórica de Rembrandt.
Una mirada profunda a nuestros objetos de análisis nos permite vislumbrar, más allá de esa línea de sentido transversal, las particularidades que ofrecen ambos lenguajes y la manera en que cada uno construye sus entramados de signos, partiendo de la noción de que “…los medios audiovisuales tienen un conjunto de características comunes pues comparten el mismo lenguaje. Este se presenta como un entramado complejo, de amplia raíz polisémica, que se conforma a partir de la mezcla de imágenes, sonido y movimiento, y por lo tanto comporta nuevos modos de comunicar y no responde necesariamente a las características del lenguaje verbal” (Apuntes de cátedra, 2008). De esta manera podemos apreciar cómo el director de la película transforma en imágenes, sonido y movimiento el mundo construido por Eco con palabras.
Si bien cada lenguaje ofrece posibilidades propias, también recurre a herramientas del otro, erigiendo sus universos de sentido con préstamos estéticos. Ejemplo de ello son las figuras retóricas que el cine toma de la literatura, logrando convertir una extensa descripción de la abadía y sus alrededores en una clarificadora imagen que Annaud eligió construir en esas montañas desoladas y agrestes. Otro préstamo que la literatura le hace al cine es la metafórica construcción de la biblioteca, “…laberinto espiritual, y también laberinto terrenal” (Eco, U. “El nombre de la rosa”), ella, con sus espejos y sus anaqueles borgeanos, aparece convertida en un universo infinito de escalones y pasillos lúgubres y prohibidos en la obra de arte cinematográfica.
Además, una figura retórica propia de las letras marca la estética de la película: la hipérbole, claramente utilizada en la construcción de los monjes de rasgos duros y sugestivos, transformados en símbolos del pensamiento oscuro propio del medioevo.
La obra del cineasta recoge no sólo metáforas, hipérboles e imágenes sensoriales, sino también el propio lenguaje que Eco utiliza y pone en boca de sus personajes, tal como se desprende de las primeras imágenes en que se oye al narrador, Adso de Melk, pronunciando palabras extraídas de la novela: “…ya al final de mi vida de pecador, canoso y decrépito como el mundo (…) me dispongo a dejar constancia sobre este pergamino de los hechos asombrosos y terribles que me fue dado presenciar en mi juventud…”(Eco, U. “El nombre de la rosa” Pág. 17). Estos ejemplos de exactitud textual abundan en la película, sobre todo en momentos fundamentales para el concepto de la obra, como lo es la escena de la discusión en el scriptorium entre Jorge de Burgos y Guillermo de Baskerville, en la que se hace alusión a la risa y a la obra perdida de Aristóteles.
Hasta aquí sólo hemos mencionado algunos de los aspectos compartidos por las dos manifestaciones artísticas analizadas, sin embargo, hay otros que no comparten o en los que se diferencian, sobre todo en cuanto a las líneas de sentido que cada obra profundiza y a la mirada que proponen.
El acercamiento a las obras nos abre un mundo en pugna por la “verdad”; nos invita a recorrer los intrincados pasadizos de la fe y su siniestra cercanía con el poder; nos descubre a un hombre luchando contra la oscuridad y el silencio de siglos, dudando de supuestos hasta entonces incuestionables, con ojos que buscan más allá de las apariencias de las cosas una verdad que los libere de viejas ataduras. Sin embargo, cada obra de arte, a través de su lenguaje particular, construye un mundo diferente. Mientras que la película, atravesada por sus códigos propios y las demandas del mercado, centra su mirada en la línea de los asesinatos, acercándose mucho al clásico policial hollywoodense; la obra literaria ofrece un enfoque más filosófico y lingüístico, la fluidez de las palabras escritas le permite al autor profundizar en discusiones complejas y cargadas de sentido histórico, construir personajes que se transforman en símbolos de dos paradigmas, oponiendo la luz a la oscuridad, la búsqueda a las certezas absolutas.
De esta manera vemos erigirse un mundo, fundamentalmente una época, la Edad Media, considerada por el director de cine como la protagonista principal de su obra, transformada en conceptos y palabras por Eco; oscuro pasado de las ideas, alegoría pura del hombre en su lucha ancestral por el poder.

sábado, 3 de enero de 2009

J.L. Borges: "La Casa de Asterión", recreación intelectual de un mito


http://www.ucm.es/info/especulo/numero19/asterion.html

La reescritura de una mito. "La casa de Asterión" de Jorge Luis Borges

El Minotauro
Ricardo Accurso
Universidad Nacional de Rosario

Este mito tiene su origen en la isla de Creta, donde entre los años 2000 y 1400 antes de Cristo se desarrolló una magnífica cultura que influyó sobre los griegos posteriores. Creta, situada en un lugar estratégico del Mediterráneo, representó históricamente un puente entre el Cercano Oriente y Europa. A través de ella Europa recibió diversos aportes culturales que van desde lo arquitectónico y la vestimenta hasta las creencias y las ciencias. Es así que buena parte de la mitología y religión griegas, que pueden ser catalogadas como cosmovisiones, tienen su origen en Creta. El minotauro es un ejemplo.
Cuenta el mito que el rey Minos de Creta estaba casado con la bella Pasifae, hija del Sol. Por ende, tenía una belleza esplendorosa. Pasifae sintió profunda atracción por un toro que provenía del mar. El toro era objeto de culto en la isla, simbolizando quizá la potencia creadora. Tampoco debe olvidarse que el dios griego Zeus solía tomar la forma de un toro. Bajo esa apariencia secuestró a la princesa fenicia Europa. Zeus sería originario justamente de Creta, o al menos una de las deidades que posteriormente se fusionaron para dar vida al dios olímpico supremo de los griegos.
Para poder mantener relaciones íntimas con dicho toro Pasifae recurrió a los servicios del genial artesano de ascendencia divina Dédalo. Este le preparó un adminículo apropiado para el coito de marras.
Producto de esa relación entre Pasifae y el toro fue el monstruo Minotauro, mitad hombre (cuerpo) y mitad toro (cabeza). En tanto asociemos al toro con un dios, podría pensarse que el dicho monstruo tenía cuerpo de humano y espíritu divino. El nombre Minotauro resulta de unir las palabras Minos y tauro (toro) -de allí Taurus, la constelación del toro y el signo zodiacal Tauro. Podría traducirse, así, como el Toro de Minos. Enterado el rey de este alumbramiento ominoso, ordenó a Dédalo construir un laberinto para recluir al Minotauro.
Los atenienses, que eran súbditos de Minos, debían ofrecer anualmente en calidad de tributo 7 mancebos y 7 doncellas para alimenar al monstruo. Número altamente simbólico como pocos. Como sucede frecuentemente, en un momento dado la costumbre llega a su fin. Cansado de tanto sacrificio en aras del Minotauro, el joven Teseo (hijo del rey de Atenas) solicitó a su padre que lo incluyera en el contingente que iba a ser remitido a Creta según la costumbre, pues tenía el propósito de matar al monstruo.
Fue así que Teseo llegó a Creta. Allí logró enamorar a Ariadna, hija de Minos, quien sería una pieza clave para la concreción de sus planes. Gracias al hilo que le suministraba Ariadna, Teseo pudo volver sobre sus pasos y salir del laberinto una vez que había destruido al Minotauro. Cabe aclarar que la palabra laberinto la habrían tomado los griegos de una población del Asia Menor (actual Turquía), los carios. Las célebres ciudades de Mileto y Halicarnaso (hoy Budrum) estaban en la costa de esa región, sobre el Mar Egeo. Tales, uno de los más célebres filósofos pre-socráticos era oriundo justamente de Mileto.
Ariadna y Teseo huyeron de Creta y se refugiaron en la isla de Naxos, donde el héroe ateniense -haciendo muestra de ingratitud- abandonó a su compañera. Esta, según cierta versión, desesperada por el abandono se arrojó desde una roca al mar. Según otra tradición, Ariadna se unió posteriormente con el dios Dyonisios. Cuando ella murió, el dios en testimonio de su amor la hospedó en el cielo, el hogar de los dioses, y creó una constelación a partir de la corona de bodas que ornara los cabellos de Ariadna.
Algunos estudiosos interpretan este mito en tanto símbolo de la independencia de Atenas respecto de Creta. El historiador británico Finley critica esta postura, afirmando que los pueblos independizados suelen manifestar de una manera mucho menos simbólica la ruptura de su servidumbre ante una potencia extranjera.
Otra interpretación del mito se concentra en lo religioso y no en lo político. Según ésta, la historia del Minotauro habría surgido para explicar una iniciación ligada al culto de Dyonisios. Según Paul Faure, el laberinto no debería relacionarse con el palacio gubernamental de Cnosos (la principal ciudad del reino minoico) sino con una caverna. Faure llega incluso a identificar la caverna. Se trataría de la caverna de Skotino, ubicada a pocos kms. al este de Cnosos, utilizada como lugar sagrado durante muchos siglos. A diferencia de los pueblos orientales, los cretenses no construían templos para celebrar cultos u honrar a sus divinidades. Sus ceremonias religiosas eran celebradas en lugares naturales, especialmente cavernas.
Más allá de estas hipótesis, el mito es válido en sí mismo en tanto nos habla de los ingenios, deseos y pasiones humanas que perduran a través de los milenios, a pesar de los cambios tecnológicos. Cada uno podrá extraer enseñanzas de esta historia, siendo el carácter didáctico lo que más solían apreciar los griegos en sus mitos. Quizá, el contraste entre la ingratitud de Teseo y la generosidad de Dyonisios sea uno de los aspectos más llamativos de este
mito
.
"La casa de Asterión", Jorge Luis Borges
Y la reina dió a luz un hijo que se llamó Asterión
APOLODORO, Biblioteca, III, I

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito (1) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
El hecho es que soy único. no me interesa lo que un hombre pueda transmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. ( A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el del otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Esto no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá que me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba un vestigio de sangre.
- ¿Lo creerás, Ariadna? - dijo Teseo -. El minotauro apenas se defendió.

A Marta Mosquera Eastman
1- El original dice catorce, pero sobran motivos para inferir que en boca de Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos

-La risa en la Edad Media: manifestaciones en el Románico.
(Manuel Gila)




Al reír Dios, nacieron los siete dioses que gobiernan el mundo (...)
Cuando la risa estalló, apareció la luz(...)
cuando volvió a reír por segunda vez, brotó el agua (...)
la séptima vez que rió apareció el alma .
( Reinach )

En la Antigüedad existía la idea de la fuerza creadora de la risa. Corresponde a los antiguos egipcios el mérito de haber dicho todo lo que cabía decir a propósito de la risa creadora. Lo que imaginaban acerca de la creación del mundo aparece en un papiro alquímico conservado en Leyden y que data del siglo III de nuestra Era. Se trata de un relato en el que se atribuye a la risa divina la creación y el nacimiento del mundo.


El mensaje sobre la risa que nos transmite Aristóteles, es que solamente una democracia podía tolerar la franqueza de las antiguas comedias, en la democracia la risa se caracteriza por su fuerza crítica y su acción democratizadora. La risa manifiesta su orientación democrática al dirigirse a la opinión pública más que a las altas autoridades jerárquicas.


Con Mijhail Bajtin (1974) y su trabajo La Cultura Popular en la Edad Media y en el Renacimiento, la risa y la cultura popular comienzan a tener su espacio de vida, de valor insospechado e ineludible del conocimiento acerca de la cultura de lo cómico.


Antes de comentar el trabajo de Bajtin es necesario explicar cómo han ido cambiando las pautas de comportamiento y los hábitos psíquicos del ser occidental, a la luz de lo expuesto por Norbert Elias (1987) en su libro El proceso de la civilización, cuyo análisis permitirá observar la importancia de la risa dentro de este proceso.


El concepto "civilización" expresa la autoconciencia de Occidente. Según Elias (1987), siguiendo una especie de "ley fundamental de la sociogénesis", el individuo, durante su vida, vuelve a recorrer los procesos que ha recorrido su sociedad a lo largo de la historia. Así es cómo, dentro del marco de dicha ley, podemos estudiar la evolución de las pautas de comportamiento y de los hábitos psíquicos.


De acuerdo a este autor (Elias, 1987), a partir de la Baja Edad Media y del primer Renacimiento hay un aumento especialmente fuerte del autocontrol individual, al que hoy nos referimos como "interiorizado" o "internalizado".


El Renacimiento, que se gestó durante la Edad Media, especialmente a partir del siglo XII, trajo consigo la conciencia de individualidad. El historiador suizo Jacob Burckhardt (1981) reclama en la segunda mitad del siglo XIX que, dentro de Europa, la conciencia de individualidad se desarrolló primeramente en Italia.


El hombre era consciente de sí mismo sólo como miembro de una raza, gente, partido, familia o corporación --sólo a través de una categoría general--. En Italia se hizo posible tratar de una manera objetiva el Estado y todas las cosas de este mundo. Al mismo tiempo el lado subjetivo se afirmó a sí mismo con el énfasis correspondiente; el hombre se convirtió en un individuo espiritual y se reconoció a sí mismo como tal .


En el Renacimiento cuya palabra no significa “renacimiento de las ciencias y artes de la Antigüedad”, sino qué posee una significación amplia y cargada de sentido, arraigada en las profundidades del pensamiento de la humanidad, es cuando existe una mayor individualización. El ser humano posee la capacidad de verse desde una perspectiva distinta a la anterior. En el Renacimiento, la persona se mueve hacia un escalón superior de autoconciencia en la que el control de los afectos, constituido como autocoacción, es más fuerte; es mayor la distancia reflexiva y menor la espontaneidad de los asuntos afectivos. Se necesitaba un aumento de la capacidad de los seres humanos para distanciarse de sí mismos y de los demás en su actividad mental. Esto es parte de la evolución hacia el autocontrol de los seres humanos.


En esta evolución, el sistema emotivo del individuo se transforma de acuerdo con los cambios de la sociedad y de las relaciones interhumanas. La imagen que el individuo tiene del ser humano se hace más matizada, más libre de emociones momentáneas, es decir, se "psicologiza".


Desde la perspectiva afectiva, la observación de las cosas y de las personas en el curso de la civilización va haciéndose más neutral. Además, la "imagen del mundo" --señala Elías, se independiza progresivamente de los deseos y de los miedos humanos y se orienta cada vez más a lo que se suele denominar "experiencia". Desde el punto de vista afectivo lo neutral es la experiencia.


El ruso A. Herzen ha expresado pensamientos profundos acerca de las funciones de la risa en la historia de la cultura:
La risa no es bagatela, y no podemos renunciar a ella.


En la Antigüedad se reía a carcajadas, en el Olimpo y en la tierra, al escuchar a Aristófanes y sus comedias, y así se siguió riendo hasta la época de Luciano. Pero a partir del siglo VI, los hombres dejaron de reír y comenzaron a llorar sin parar, y pesadas cadenas se apoderaron del espíritu al influjo de las lamentaciones y los remordimientos. Después que se apaciguó la fiebre de crueldades, la gente volvió a reír.


Nadie se ríe en la iglesia, en el palacio real, en la guerra. Los sirvientes domésticos no pueden reírse en presencia del amo. Sólo los pares (o de condición igual) se ríen entre sí. Si las personas inferiores pudieran reírse de sus superiores, se terminarían todos los miramientos del rango. Reírse del buey Apis es convertir al animal sagrado en toro vulgar.
La risa busca deshacerse del mundo lleno de injusticias y reemplazarlo por un mundo mejor. Crea una nueva realidad que desplaza a la otra que ya no puede mantenerse porque ha perdido su sentido. La risa es, pues, una liberación.


Existe un significado histórico, ideológico y estético del aspecto optimista, creativo y alegre de lo cómico.
Mijail Bajtin revolucionó el concepto de la Edad Media y del Renacimiento al aplicar una interpretación humorística a las mencionadas épocas históricas, y revelarnos una perspectiva popular y carnavalesca del mundo y de la historia. En La Cultura Popular en la Edad Media y en el Renacimiento se plantean los problemas de la cultura cómica popular de estas dos épocas históricas.
Según este autor, la risa popular y sus formas constituyen el campo menos estudiado de la creación popular. Se ha excluido casi por completo el humor popular en toda la riqueza de sus manifestaciones.
En la Edad Media la risa se oponía a las ideas rígidas que esparcía la Iglesia oficial.
En la antigua comedia popular el mundo infinito de las formas y las manifestaciones de la risa se oponía a la cultura oficial, al tono serio, religioso y feudal de la época.
Existían tres grandes categorías de las manifestaciones de la cultura popular. Por un lado, estaban las formas y rituales del espectáculo. Por otro, las obras cómicas verbales (incluso las parodias) de diversas naturaleza: orales y escritas, en latín o en lengua vulgar.
Habían surgido, además, diversas formas y tipos de vocabulario familiar y grosero. La representación de los misterios, por ejemplo, acontecía en un ambiente de carnaval. Las formas rituales y de espectáculo se organizaban de manera cómica. Ofrecían una visión del mundo, de la persona y de las relaciones humanas completamente diferentes.
En cierto modo se podría decir que se construyó al lado del mundo oficial, un segundo mundo y una segunda vida. Se creó una especie de dualidad del mundo.
Las fiestas oficiales reproducían el orden existente. Además, no eran capaces de crear esta llamada segunda vida. En las fiestas oficiales se miraba sólo al pasado y así se consagraba el orden social presente. En ellas se ponía de manifiesto la estabilidad, la inmutabilidad y la perennidad de las reglas. Había una verdad prefabricada que representaba la verdad eterna, inmutable, perentoria. Por otro lado, el carnaval apuntaba al porvenir.
Según Bajtin, la comicidad medieval no era una concepción subjetiva, individual y biológica de la continuidad de la vida. Era una concepción social y universal.
La persona concebía la continuidad de la vida en las plazas públicas, mezclada con la muchedumbre en el carnaval, donde su cuerpo entraba en contacto con los cuerpos de otras personas de toda edad y condición. La persona se sentía partícipe de un pueblo en constante crecimiento y renovación.
El carnaval era la forma festiva no-oficial de la vida de sociedad medieval y representaba la cultura folclórica cómica con su idea optimista de la eterna renovación.
La risa enseñaba la imperfección del mundo y a través de ella buscaba transformarle y renovarle.


Konrad Burdach, autor del libro titulado Reforma, Renacimiento y Humanismo , publicado en Berlín en 1918 señala que "el Humanismo y el Renacimiento no deben su aparición al descubrimiento por parte de los sabios de monumentos perdidos del arte y la cultura antigua, a los que tratan de insuflar nueva vida.". El Humanismo y el Renacimiento nacieron de una época que envejecía y cuyo espíritu ansiaba una nueva juventud.
Bajtin afirma que históricamente no se tuvo en consideración el humor del pueblo en la plaza pública como un objeto digno de estudio desde el punto de vista cultural, histórico, folclórico o literario. A su juicio, la naturaleza específica de la risa popular aparece totalmente deformada porque se le aplican ideas y nociones que le son ajenas, pues pertenecen verdaderamente al dominio de la cultura y la estética burguesa contemporánea. Por consiguiente, la profunda originalidad de la antigua cultura cómica popular no ha sido revelada . Es en este siglo, en concreto en la década de los sesenta, cuando los especialistas del folclore comienzan a interesarse por los ritos y los mitos cómicos. Para una mejor comprensión de la cultura cómica popular conviene tener en cuenta una de las experiencias importantes del individuo medieval: la experiencia del miedo, y cómo ésta fue afectando al ser humano.


A lo largo de la historia se han podido identificar períodos en los que se manifestó miedo a la risa. Una de las causas mayores del miedo a la risa es el poder del humor en la vida humana. Para poder apreciar la fuerza de su efecto hay que partir del miedo que se experimentaba en la Edad Media, y descubrir el origen de la risa en el Renacimiento.
La risa de la Edad Media se convirtió, al llegar el Renacimiento, en la expresión de la nueva conciencia libre, critica e histórica de la época. La risa pasa del estado de existencia espontánea a un estado de conciencia artística, de aspiración a un objetivo preciso. La risa medieval estaba excluida de las esferas oficiales de la ideología y de las manifestaciones oficiales de la vida y las relaciones humanas. Se había disociado la risa del culto religioso, del ceremonial feudal] y estatal, de la etiqueta social, y de la ideología elevada. El tono de seriedad exclusiva caracterizaba a la cultura medieval oficial.
El tono serio se impuso como la única forma capaz de expresar la verdad, el bien y, en general, todo lo considerado importante y estimable. Esto dio lugar a que el miedo, la veneración y la docilidad se constituyeran a su vez en variantes o matices de ese tono serio. Sin embargo, la risa es tan universal como la seriedad. Ambas abarcan la historia, la sociedad y la concepción del mundo.


En la Edad Media se llegaron a considerar legalizados, hasta cierto punto y quizás como resultado de un deseo de control, los ritos cómicos de La Fiesta de los Locos, de la Fiesta del Burro, de las procesiones y ceremonias de las otras fiestas. Durante ese tiempo el Estado y la Iglesia creyeron oportuno efectuar ciertas concesiones a las expresiones públicas ya que no podían prescindir de ellas, de modo que intercalaban días de fiesta en el transcurso del año.
En dichas fiestas se permitía al pueblo salirse de los moldes y convenciones oficiales, pero exclusivamente a través de las máscaras defensivas de la alegría. Se podría decir que dentro de este marco no había casi restricciones para las manifestaciones de la risa .


Según Bajtin, en la Edad Media se observa el miedo y la intimidación infundidos por la seriedad al igual que en la cultura clásica griega, en la que la seriedad era oficial y autoritaria, y estaba asociada a la violencia, a las prohibiciones y a las restricciones. Sin embargo, una diferencia entre ambos periodos estriba en que el individuo medieval percibía con agudeza su victoria sobre el miedo a través de la risa. Al vencer este temor, la risa aclaraba la conciencia del sujeto y le revelaba un mundo nuevo. De este modo, la risa implicaba la superación del miedo. Además, no imponía ninguna prohibición. De hecho, el lenguaje de la risa no es nunca empleado por la violencia ni por la autoridad. El distanciamiento entre la risa y la autoridad es tal que se dice, por ejemplo, que los dictadores temen más la risa que las bombas.


Con la risa hay un elemento de victoria sobre el miedo que infunden el poder y las fuerzas opresoras y limitadoras. La comicidad medieval se opuso a la mentira, a la adulación y a la hipocresía que se imponían a través de lo serio. Lo serio era el miedo moral que encadenaba, agobiaba y oscurecía la conciencia del individuo.
La nueva conciencia renacentista de la comicidad medieval tenía como uno de sus elementos primordiales la percepción de la risa como una victoria sobre el miedo. Se pasó de una sensibilidad medieval a una sensibilidad renacentista. Era un nuevo sentimiento que se expresaba en innumerables imágenes cómicas. Lo temible se volvía ridículo.


Es imposible comprender la aparición de la imagen de lo grotesco sin tener en cuenta la importancia del temor vencido . Se juega con lo que se teme; se hace burla de lo que se teme, de modo que lo terrible se convierte en un "alegre espantapájaros.".


La risa supera al miedo, pero no sólo el miedo exterior, sino también el miedo interior. La risa descubre el mundo desde un punto de vista nuevo, en su faceta más alegre y lúcida. No es un instrumento de opresión o embrutecimiento, sino un recurso de liberación que pertenece a cada individuo . De modo que no se puede renunciar a la risa, ya que ésta no es una forma defensiva exterior, sino interior que no puede sustituirse por la seriedad.
La libertad que ofrecía la risa durante el carnaval era un lujo que el pueblo podía permitirse únicamente en los días de fiesta. La risa no prescribía dogmas, sino que era una expresión de fuerza, de amor, de procreación, de renovación y fecundidad.

La risa y el carnaval .
El carnaval es el núcleo de la cultura cómica popular. Está situado en las fronteras entre el arte y la vida. En realidad — dice Bajtin -- es la vida misma presentada con los elementos característicos del juego. Desde esta perspectiva se puede afirmar que el carnaval no pertenece al dominio del arte. Las celebraciones carnavalescas ocupaban un lugar muy importante en la vida de las poblaciones medievales, hasta el punto de que en las grandes ciudades llegaban a durar tres meses.
En el carnaval hay una transformación del mundo social y del modo de estructurar e interpretar la vida, pues ignora toda distinción entre espectadores y actores.
Los espectadores no asisten al carnaval sino que lo viven, ya que el carnaval está hecho para todo el pueblo. Durante el carnaval no hay otra vida que la del carnaval. Es imposible escapar, porque no tiene fronteras espaciales. En el curso de la fiesta sólo puede vivirse de acuerdo a sus leyes, es decir, de acuerdo a las leyes de la libertad. El carnaval posee un carácter universal; es decir, es un estado peculiar por el que cada individuo participa en el renacimiento y renovación del mundo. Esta es la esencia misma del ­ carnaval, y los que intervienen en el regocijo lo experimentar vivamente.
Durante el carnaval es la vida misma la que interpreta. Durante cierto tiempo el juego se transforma en vida real.
La fiesta es el rasgo fundamental de todas las formas de ritos y espectáculos cómicos de la Edad Media. Las festividades siempre han tenido un sentido profundo, puesto que han expresado una concepción radical del mundo. Las fiestas, en todas sus fases históricas, han estado ligadas a periodos de crisis de la sociedad y del individuo.
Durante la Edad Media floreció en muchos lugares de Europa una festividad conocida como la Fiesta de Locos. Sacerdotes, normalmente piadosos, y gentes serias se colocaban máscaras obscenas, cantaban canciones desvergonzadas y en toda la noche de jarana no daban tregua al sueño. Ninguna institución ni personaje escapaba a la crítica y a la burla en la gran fiesta de los primeros días del año ..
La influencia de la cosmovisión carnavalesca sobre la concepción y el pensamiento de las personas era radical: les obligaba a renegar en cierto modo de su condición oficial -como monje, clérigo o sabio— y a contemplar el mundo desde un punto de vista cómico y carnavalesco.
La risa carnavalesca presenta tres características: en primer lugar es patrimonio del pueblo, puesto que todos ríen, la risa es "general." En segundo lugar, es universal, contiene todas las cosas y a todas las personas. El mundo entero parece cómico y es percibido y considerado en un aspecto jocoso, en su alegre relativismo. Por último, dicha risa es ambivalente: alegre y llene de alborozo, pero al mismo tiempo burlona y sarcástica; la risa niega y afirma, amortaja y resucita a la vez.
Existe una diferencia esencial entre la risa festiva popular y la risa puramente satírica de la época moderna. El autor satírico que sólo emplea el humor negativo se coloca fuera del objeto aludido y se le opone, lo cual destruye la integridad de] aspecto cómico del mundo. El satírico se excluye de lo aludido. En ese sentido no juega con lo que satiriza. Lo que surge es una risa negativa. La persona se ríe de lo aludido, pero no con lo aludido puesto que se excluye.
Por el contrario, en la risa popular ambivalente se expresa una opinión sobre un mundo en plena evolución en el que estar incluidos los que ríen. El pueblo se ríe de sí mismo, y consigo mismo. Esto es una señal de vida nueva.
En el carnaval el valor era la risa de la gente —del pueblo—. Por lo tanto, al desarrollar la capacidad para reírse de sí mismo, el pueblo se mueve a otra dimensión de madurez y de perspectiva, pues se prepara para criticarse a si mismo. Podría decir, glosando a Bore que la sabiduría popular reconoce que el pueblo no se morirá si se muere de la risa.
A pesar de haber sido relegada, la risa sigue jugando un papel de gran importancia en la vida social. En la evolución histórica de la cultura y la literatura la risa ha funcionado como un elemento que impide a lo serio la fijación. La verdadera risa, ambivalente y universal, no excluye lo serio, sino que lo purifica y lo completa. Lo purifica de dogmatismo, de unilateralidad, de esclerosis, de fanatismo y espíritu categórico, del miedo y la intimidación, del didactismo, de la ingenuidad y de la ilusiones, de la nefasta fijación a un único nivel, y del agotamiento.


Julio 2007.
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Un poco de poesía

"El niño yuntero",
Miguel Hernández.

Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

Para escuchar la excelente musicalización de Joan Manuel Serrat:

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